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El 21 de Junio de 2015 siempre quedará en la memoria de los zaragocistas. Sólo seis minutos nos alejaron del retorno a la Primera División. El vuelo de regreso que embarcó a las 22:15h. en el aeropuerto de Gran Canaria lo hacía con caras largas y espíritus vacíos.
Muy diferentes a las que a las 7h. de la mañana se podían ver en el Aeropuerto de Zaragoza ese mismo día. Allí casi doscientos zaragocistas, con banderas y bufandas como equipaje de mano se afanaban por pasar los controles y embarcar. Querían que transcurrieran rápidas las casi tres horas de vuelo. Hubo tiempo para todo: cánticos, anécdotas, bromas, etc. Era un viaje que se prometía histórico y placentero. En el vuelo charter de FPRZ iban representantes de las peñas de Utebo, Garrapinillos, “El Refollao”, C1932, Argentina, Almunienses Blanquiazules, Maluenda, Quinto de Ebro, “Los Finaleros”, Generelo, “Pichón de Roces”, Torrijana, “Pandoras”, “Juan Señor” de Alcorisa, Bilbilitana, Calanda, “O Buco”, “75 Aniversario” de Morata, Alfajarin, Magallón, Tardienta, “Cani”, Valpalmas, “1 de Febrero”, LFN, Arietes, Alagón, Binefarense, Bujaraloz, “Generelo”, “20 de Copas”, “Presentes por el Escudo” y Zaragocistas.com .
Aterrizamos en la isla y la perfecta organización de Viajes Halcón nos llevó a la zona de la Playa de las Canteras (cerca del hotel donde se alojaba el equipo). Toda la mañana transcurrió con una divertida convivencia con los vecinos de la isla en sana discordia. Ellos con su “Pío, pío” y nosotros con el “Alé Zaragoza, Alé Ale”. Así hasta las 15h. cuando estábamos citados en la recepción del hotel del equipo. Allí se pusieron a prueba las gargantas y ondearon bufandas blanquiazules. Traslado a las inmediaciones del estadio y entramos en aquel infierno amarillo.
Casi dos horas antes ya estábamos en el campo. Ningún problema en las zonas compartidas con la otra afición (bares, servicios, etc.). Llegó el momento del calentamiento de los jugadores y arrancamos a cantar. La distancia al césped exigía un esfuerzo adicional, que nunca pareció excesivo. Estábamos allí dispuestos a vivir un día de gloria y todo esfuerzo estaba justificado. La renta (3-1) del partido de ida y nuestra inquebrantable fe parecían valladar suficiente para defender el ascenso. Nuestro equipo no salió con el planteamiento ambicioso de los otros partidos del playoff y lo acabamos pagando. En el minuto 33 se adelantó la UD Las Palmas. El Real Zaragoza tuvo una gran ocasión de Dorca que no entró por mala suerte. Con el 1-0 al descanso se presumía una segunda parte de sufrimiento. Estábamos dispuestos a ello, con tal de volver con el ascenso. Todo iba según lo establecido hasta que la estrella canaria Araujo hizo el 2-0 definitivo. La UD Las Palmas volvía a la Primera División y el Real Zaragoza cumplirá su tercera temporada consecutiva en la División de Plata. Algo que no sucedía desde mediados del pasado siglo. Rostros desencajados, lágrimas, miradas al infinito, abrazos, ojos que no querían ver la realidad. Esto y mucho más hubo en las gradas blanquiazules. El abrazo de Cedrún a un Bono desconsolado y otra vuelta a la cruda realidad. Capítulo final.
A partir de allí una sucesión de cánticos y celebraciones amarillas que resonaban hasta en las entrañas. Estábamos invitados a una fiesta a la que nunca pretendíamos asistir. Qué cruel es el fútbol. De ahí su grandeza. No tengo palabras suficientes para describir la salida del estadio. Toda la grada con gritos de apoyo al Real Zaragoza y un pasillo de hinchas canariones animándonos y saltando a abrazarnos. Ausentándose momentáneamente de su bautizo, para asistir a nuestro entierro. En mi vida lo olvidaré. Como retumbaban esos gritos de ¡ Zaragoza, Zaragoza ¡ con acento canario en los interiores del estadio. Nos llevarán abrigados en cariño hasta las escalerillas de los buses. Y cuando íbamos por las calles aledañas, todos los arcenes estaban esperándonos para aplaudir. Hasta la guardia urbana paraba el tráfico y repetía los mismos gestos. Impresionante.
El retorno podéis imaginarlo. Desazón y tristeza por doquier. En la terminal coincidimos con la expedición zaragocista y hubo ánimos cruzados entre jugadores, directivos y aficionados. Todos víctimas de la misma plaga. La geografía hace que el vuelo de regreso sea más corto. Todos fundidos, con el alma y el cuerpo para el desolladero. No hubo cánticos. El silencio inundó la expedición. Tras tomar tierra en Zaragoza, todavía quedaban agallas suficientes para esperar 45 minutos más y esperar el vuelo que traía a los jugadores. Un buen puñado de valientes todavía tuvieron arrojos para esperarlos y animarlos. La mayoría peñistas. Otra vez.
Volveremos, volveremos, volveremos otra vez. Volveremos a Primera, volveremos otra vez.
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